Evaluación de contenidos curriculares
De acuerdo con Coll, el contenido o saber curricular es “el conjunto de saberes culturales cuya asimilación y apropiación por los estudiantes se considera esencial para su desarrollo y socialización” (1996, p. 83).
Desde esta perspectiva, por consiguiente, el contenido curricular corresponde al acervo de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes y/o valores que ha sido institucionalizado a través de la interacción con otros y que se espera que los estudiantes interioricen durante el proceso de enseñanza formal.
Su selección, ordenación y formas de comunicarlos son decisiones de cada centro educativo y, muchas veces, no están exentas de polémica.
Actualmente, existe una clasificación generalizada y ampliamente aceptada sobre los tipos de saberes que se integran en un proceso formativo.
En ella se definen tres categorías de saberes: conceptuales, procedimentales y actitudinales (o valóricos).
Evaluación de contenidos conceptuales
Son en esencia los saberes o conocimientos teóricos propios de cada disciplina.
En el contexto educativo, se desarrollan mediante una secuenciación progresiva o inductiva (desde lo simple a lo complejo) que permite al estudiante ir avanzando en su aprendizaje.
Los saberes conceptuales, entendidos como representaciones mentales, se almacenan en la memoria de corto y largo plazo y se organizan en redes complejas que se convierten en esquemas o marcos mentales.
La Evaluación de contenidos conceptuales involucra:
- Terminologías: vocabulario, sinonimia y definiciones.
- Hechos específicos: nombres, autores, fechas, lugares.
- Clasificaciones, métodos y categorías.
- Sistemas de información: hechos, procedimientos, procesos y operaciones.
- Generalizaciones, principios, reglas y teorías.
Evaluación de contenidos procedimentales
Según Ahumada, procedimiento es un “conjunto de acciones ordenadas dirigidas a la consecución de una meta” (2002, p. 80).
En este sentido, los saberes procedimentales se pueden definir como los conocimientos que, previamente asimilados por el estudiante, se vinculan con el saber hacer o con la resolución de problemas.
Su importancia radica en que permiten al docente corregir los errores operativos de los estudiantes.
Esto adquiere una importancia capital cuando se trata de estudiantes que están recibiendo su formación profesional.
La Evaluación de contenidos procedimentales incluye:
- Actividades de ejecución manual o corporal (manipulación de instrumentos, confección de planos o maquetas, procedimientos de laboratorio, protocolos de acciones y atención de un paciente, entre otros).
- Acciones y decisiones de naturaleza mental (recopilación y organización de información, habilidades de comunicación efectiva, resolución de problemas).
Evaluación de contenidos actitudinales
Actitud es un concepto difícil de definir. Habitualmente se refiere a una disposición de ánimo favorable o desfavorable hacia un objeto, fenómeno, idea, persona.
Implica una valoración y una conducta. De ahí que la actitud se componga de tres elementos básicos: cognitivo, afectivo y conductual.
Las actitudes se relacionan con valores, normas culturales y éticas. La enseñanza formal entrega saberes actitudinales hacia las diversas disciplinas del saber y propone una articulación entre los valores individuales del estudiante y los valores comunitarios.
Su evaluación es particularmente compleja, pues requiere que los instrumentos utilizados sean de carácter holístico y que evalúen los comportamientos actitudinales durante un tiempo prolongado (estudios longitudinales o de caso extendidos).
Referencias bibliográficas
Ahumada, P. (2002). La Evaluación en una Concepción de Aprendizaje Significativo. Ediciones Universitarias de Valparaíso
Coll, C. (1996). El constructivismo en el aula. Graó
Interesante